LENTINI – Caminando por las calles de Lentini, en verdad, por las calles del viejo Lentini,
En Via Mercadante se ve a un señor de 73 años, sentado en su silla de madera, con largos bastones cortados que, tejidos por sus dedos, se convierten en una cesta, o más bien en “cannisci”, llamados en dialecto siciliano, es decir, cestos similares a los de mimbre destinados a distintos usos. Los jóvenes de los años 80 vieron los “Cannisci”, colgados de los balcones para transportar objetos de un piso a otro, o el panadero metió dentro pan para la señora que no podía bajar del segundo piso.
Lo veíamos en el centro de la mesa de la cocina de nuestra abuela, como frutero, o como petaca para vino o recipiente para almendras y frutos secos.
Entonces, intrigados y fascinados por la elaborada manipulación de las manos que requiere tal trabajo, nos detenemos frente a la pequeña tienda y preguntamos si podemos detenernos y charlar sobre el trabajo artesanal en cuestión.
El artesano que nos describe cada detalle se llama Mario Russo, a quien le preguntamos cuál es la verdadera y principal función de la canasta llamada “Cannisciu”.
Responde diciendo que originalmente los “Cannisci” se utilizaban en el campo para recolectar naranjas, posteriormente adquirieron las funciones enumeradas anteriormente, aunque el Sr. Mario añadió otras, como “los Cannisciu Cornucopia”, los “Cannisciu maceteros o porta flores” y el “porta pan cannisciu”. Además de todo esto, el señor Mario también logra crear la “Cavagna”, se trata de una canasta más pequeña cuya base puede tener forma ovalada y en cuyo extremo hay un asa en forma de media luna hecha del mismo material, capaz de soportar el contenido, es decir, la ricota.
En definitiva, mucha tradición y mucho trabajo en ese taller donde el tiempo parecía haberse detenido.
Le preguntamos al señor Mario a qué edad inició esta actividad.
Él responde: “Empecé este negocio hace apenas dos años, tenía 71 años, nunca es demasiado tarde para empezar a aprender algo nuevo.
Mirando Internet, sentí cada vez más curiosidad por este trabajo, así que lo intenté, cometí errores, lo intenté de nuevo hasta que se convirtió en una pasión.
Creo que siempre he tenido esta pasión, desde niño vi al hermano de mi papá que se dedicaba a este trabajo.
Ahora que estoy jubilado, después de dedicar todo mi tiempo laboral a la construcción y a mis almendros, me gusta dedicarme, de principio a fin, a lo que considero creativo. Quiere decir que yo mismo voy a recoger las cañas a lo largo de los ríos, las limpio, las corto y las trenzo. Todos los domingos de Octubre estaré en Floresta para la Ottobrata… No me pierdo estos eventos en la feria.”
Un viaje extraordinario, el del Sr. Mario, que logró redescubrir su pasión a los 71 años, demostrando que realmente nunca es demasiado tarde.
Si tenemos en cuenta que los dos hijos de Mario se dedican a la creatividad, siendo uno Chef y el otro Diseñador, realmente creo que inconscientemente les transmitió su dedicación a la creatividad.
Todo sucede de forma natural, y cuando el sentido del arte fluye dentro de cada uno de nosotros, es justo que surja, no importa cuando, lo importante es preservarlo hasta el momento adecuado para expresarlo… lo importante es entender que es posible hacerlo en cada momento de nuestra vida.
Agradecemos al Sr. Mario Russo que, con su pasión por los “Cannisci”, continúa con las tradiciones y la artesanía y no es casualidad que la etimología de la palabra “artesano” provenga de la palabra “Arte”, del latín “ars , artistas”.