Conocer a Bárbara, de origen canadiense, fue un enriquecimiento tanto para mí, como profesora, como para mis alumnos. Nos contó su historia, mientras tomaban un té frío y un helado de galleta. Con su sonrisa encantaba a todos y con su amabilidad tranquilizaba a todos. Nos contó que cuando era más joven tenía varias empresas de “Wedding Planner” repartidas por América y Europa. Tuvo la oportunidad de conocer diferentes personas, pertenecientes a diferentes ambientes culturales, pero el país en el que se sentía más a gusto era Italia, y las personas por las que se sentía más acogida eran los italianos.
Le encanta todo de Italia: la comida, el clima, los paisajes, el mar y la gente que siempre le ha mostrado su amabilidad.
Nos cuenta un episodio que nunca olvidará, por la acogida y la generosidad que recibió, especialmente en Sicilia.
Una mañana de junio, a última hora, decidió ir a Siracusa.
Al llegar al puerto pinchó una rueda de su coche. Tan pronto como se bajó, inmediatamente fue rodeada por un grupo de personas dispuestas a echarle una mano. Al escuchar su acento mezclado entre inglés y americano, entendieron que la señora tendría mayores necesidades, pues tenía dificultades para entender el italiano.
Lo que ella entendió perfectamente fue la hospitalidad que recibió de un caballero en particular que incluso la invitó a sentarse en su casa, junto a su familia, a compartir un plato de pasta, añadiendo un asiento a la mesa, mientras su cuñado arregló la rueda.
Al contar esta imagen, coloreada por su inglés y la luz de sus ojos, comprendimos cuánta gratitud sentía Bárbara hacia aquellas personas que la habían acogido.
Para ella, “todo esto representaba una especie de tarjeta de identidad del pueblo siciliano, de su acogida y de su calidez. A veces puede parecer intrusivo, pero cuando necesitan ayuda nunca se reprimen”. Esto es lo que nos dice Bárbara, esta es la descripción que hace Bárbara de los italianos, en particular de los sicilianos.
Para algunos de los que leemos esta anécdota, puede parecer normal, porque es cierto, los italianos son acogedores. A muchos otros les puede parecer extraño escuchar cosas buenas al respecto. Por eso, Bárbara concluye diciendo: “Apreciamos lo que Italia representa y lo que son los italianos. Ustedes los italianos probablemente no le dan el valor adecuado a todo lo que tienen.”
¿Será verdad?
Gracias a Bárbara por todo lo bonito que dijo sobre nosotros los italianos.
Gracias por este momento de reflexión.